Bienvenid@s a una de las manifestaciones del ego que más habrán escuchado, y que tanto habrá afectado a la propia percepción y a las relaciones: Los defectos.

Vivimos inmersos en un mundo en donde escuchamos cotidianamente frases como “Tienes que aceptar tus/sus defectos”, “Todos tienen defectos”, “Nadie es perfecto”, etc. Afirmaciones que van instalándose en la construcción psico-social, en la cultura, y aferrándose a nuestro inconsciente como mandamientos que supuestamente ocultan una verdad irrefutable. Afirmaciones que luego se convierten en nuestro mecanismo de percepción e interpretación, y luego en nuestra realidad; generando bloqueos, traumas, miedos, inseguridades, represiones, ansiedad, depresión, etc .

Al fin y al cabo, el mundo no es más que una construcción única, personal, irrepetible, otorgada por nuestro aprendizaje y experiencia. ¿Pero qué pasa si hemos aprendido cosas, que tal vez no son tan sanas o útiles como esto de los defectos?

A lo largo de la historia, la percepción del ser humano se ve afectada por las creencias y vivencias de cada sociedad y cultura en particular. Hoy en día, en la era de la (des)información, con la aparición de internet, los dispositivos satelitales, las redes sociales y demás, muchas de estas ideas se extienden de manera viral, nunca mejor dicho, como verdades que construyen la realidad de las personas.

Entonces, me pregunto si esto de haber sido creados “a imagen y semejanza de Dios”, de unirse en pareja “hasta que la muerte nos separe”, de amar “sin condiciones”, de juzgar a alguien por su comportamiento, su forma de ser, su cuerpo, su imagen, no han sido en realidad el producto de creencias establecidas en otras épocas que seguimos sosteniendo de manera inconsciente como si fuéramos robots programados para repetir un comportamiento. ¿No será que en realidad el concepto de “defectuoso” es el resultado de un sistema capitalista en donde a cada ser humano se lo prueba como si fuera el producto de una fabrica en serie? ¿No será que además muchas ramas academicistas buscan intentar suprimir la hermosa subjetividad que implica el ser humanos, disfrazándonos de una objetividad aparentemente avalada por estudios y profesionales?

Nos hicieron creer, a través de uno o varios de estos sistemas, que somos seres defectuosos, que tenemos que aceptarnos así, y también aceptar a los otros así.

Pero en vez de permitirnos ser medidos por estos sistemas que buscan clasificarnos, definirnos y anular nuestra subjetividad, os invito a pensar que esos defectos que nos hicieron creer que tenemos, son en realidad matices de nuestro propio ser, que son variantes, posibilidades, particularidades, detalles que nos hacen especiales, únicos, auténticos. Después de todo, si nos hicieron semejantes a Dios, es posible que esos famosos “defectos” sean en realidad una manifestación de la perfección de la existencia.

Gabriel Alejandro Lumière